"Vamos en el camino/ repartiendo hambre a los llenos,/ escuchando el silencio del sordo,/ publicando fragmentos de polvo", escribe Édgar Darinel García. Continuadora de la tradición indígena de la flor y el encanto, donde se deplora lo efímero de la vida, pero se celebra la palabra poética, la incipiente obra de este autor aporta además una visión nueva, irónica y desencantada, y también, de forma casi imprevista, reconoce la ocasional ternura del mundo. Antigua y renovadora, amorosa y desengañada, plena de imágenes y anclada en la realidad, la suya es, pues, una voz que canta las agridulces y contradictorias manifestaciones de la existencia.
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